Les abro un poco el corazón para contarles lo que el desayuno es para mi, espero les guste.
El desayuno es el momento en el que comienza mi día, ya que el café es mi despertar real. Gracias a mi madre y a mi abuela adquirí el gusto «aseñorado» de salir a desayunar los fines de semana. No importa la extensión de la carta del lugar.
Mi desayuno ideal es, hablando de salado, unos chilaquiles rojos con pollo y harta crema. O cambiando a dulce, un pan francés con exceso de canela y miel maple. Sin embargo, en ningún caso puede faltar un buen café.
El desayuno que más recuerdo es en Las Campanas, un restaurante ya desaparecido en la ciudad de Oaxaca, que frecuentábamos mi mamá y yo. Aunque era un lugar con servicio de buffet por las mañanas, yo solía desayunar una empanada de amarillo y todo el repertorio de postres que servían. Entre todos los meseros me gané el nombre de «La niña de los postres». Mi gusto por lo dulce no ha disminuido, aunque mi edad haya aumentado.
Desde que comencé mi propia familia incorporamos desayunar juntos los fines de semana como una tradición para convivir entre café y sabor.
Texto y fotografía: Alejandra Alva (Alursita)